Durante los mismos meses que nos recluimos en nuestras casas para resguardarnos de las inclemencias del otoño y el invierno, los cerdos ibéricos disfrutan del aire libre en la montanera.


Las personas de estas tierras asociamos el tiempo que transcurre entre noviembre y febrero al abrigo, al brasero y a resguardarse en casa. Es una época desapacible, de frío, de lluvias, nieblas, nieves que, pese a la belleza de las imágenes, no nos invita a disfrutar tanto de la calle como durante el resto del año.

Esta misma época, sin embargo, es «gloria bendita» para los cerdos de Marcial que durante estos cuatro meses disfrutan de su época de montanera. Cuatro meses en los que disfrutan al aire libre en la finca ‘El Encinar de Poniente’; que se alimentan de bellota en un idílico escenario de encinas y alcornoques centenarios, de pastos crecientes gracias a las lluvias otoñales. La dehesa extremeña forma un ecosistema perfecto para el desarrollo de estos animales, tanto por la calidad de vida que les proporciona como por las cualidades que imprimen en su carne, cualidades sobre las que se sustenta la fama de un producto que es referencia gastronómica y fuente de prestigio.

Los cerdos ibéricos, año tras año, cuando llegan estas fechas, toman posesión de las 500 hectáreas de  ‘El Encinar de Poniente’. En un suelo rebosante de bellota, mientras sacian su hambre, enseñorean su carne, adquiriendo un sabor inigualable; en un terreno abierto, extenso, encuentran espacio para moverse, consolidando de esta manera el desarrollo muscular  propicio para un bouquet único.

La montanera es, al fin, un vigoroso estallido de la naturaleza, que se produce mientras el frío nos acobarda.