De Guijuelo y de bellota, por supuesto
Que no te den serrano por ibérico
Si bien podemos encontrar excelentes jamones y paletas ibéricos en distintos puntos de Extremadura y Andalucía, es el jamón de bellota de Guijuelo el único que ha alcanzado la categoría de “mejor jamón del mundo”.
Distinguirlo es fundamental para disfrutar de un artículo gourmet incomparable. Estas son sus señas de identidad:
- Forma estilizada, caña estrecha y pezuña negra. Hay que tener en cuenta que el cerdo ibérico de pura raza posee unas extremidades más estilizadas.
- Entre 7 y 9 kg oscila el peso de un buen jamón ibérico. Así, el salado y curación de la pieza serán perfectos y homogéneos.
- En su parte externa, se distingue una coloración blanca, azulada o verde grisácea propia de su flora micótica. Al tacto, la capa grasa debe ceder al presionar con los dedos; esta ternura denota los altos niveles de ácido oleico del cerdo alimentado con bellota.
- Al corte, muestra numerosas vetas de grasilla entreveradas entre su carne rojiza. Presenta algunas pintas blancas (cristales de tirosina), producto de su lenta curación. Esta singularidad le dota de ligeros contrastes crujientes. Su bajo nivel de sal le proporciona una deliciosa suavidad.
- Su tocino es brillante y dorado. Revela el bajo punto de fusión de la grasa de las bellotas.
- Sabor envolvente y pleno de matices. Muy poco salado, incluso algo dulce. En Guijuelo solemos decir que nuestro jamón es el único que se come sin pan, lo cual se debe a su bajo nivel de sal.
- Aroma delicado y tentador.